Este espejismo, esta niebla astral y mental, nos impide reconocer los limites de nuestra libertad y donde empieza la libertad del prójimo, nos impide ver la línea donde ejercer nuestros derechos como el de expresión, y cuando llega un momento que eclipsamos los derechos y oportunidades de otras personas, nos impide comprender hasta el último detalle el objeto o persona que tenemos ante nosotros, siendo uno con él, observador y observado: una sola unidad. La violencia es la expresión mas densa y vil, del espejismo de la separatividad, por que quien es capaz de sentir lo que siente el prójimo, es incapaz de ser violento.
La violencia física es la que da respuesta a la vibración mas densa del espejismo de separatividad; la que hiere el cuerpo físico. La violencia verbal; que hiere toda sensibilidad e inocencia. La violencia emocional de querer poseer como propiedad material a la persona supuestamente amada. La violencia de expresión verbal de que la gente nos escuche sin preocuparnos de que los demás también necesitan ser escuchados. La violencia de imponer a los demás tareas por que creemos que sabemos mejor que ellos lo que hay que hacer, la lista de tipos de violencia es interminable, unas mas densas y otras mas sutiles, las causas de toda forma de violencia están en el espejismo de separatividad, en la incapacidad de sentir aquello que nos une a los demás, de sentir lo que siente el prójimo.
Podemos buscar en las palabras, en los argumentos, en que justifica que, repasar el historial de supuestos agravios de quien hiere o mata, querer saber cuantos dientes y ojos perdieron sus antepasados para saber cuantos dientes y ojos necesitará esta persona arrancar para sentir saciada su sed de sangre.
Podemos buscar todas las argumentaciones, pero quien siente lo que siente el prójimo, quien siente alegría cuando el prójimo siente alegría y siente dolor cuando el prójimo siente dolor, no tiene sitio en su corazón para el yo separado del prójimo. El pasado con sus supuestos agravios, dientes y ojos perdidos, se diluye ante la alegría del presente al sentirnos uno con el resto de células que formamos el cuerpo llamado humanidad, al sentirnos uno con el resto de átomos del universo.
Si pudiéramos dispersar por un momento el espejismo de la separatividad, ver lo que oculta lo aparente, tal vez veríamos, que cada vez que rompemos la inercia de sentir indignación, dolor, rencor, odio… cada vez que transmutamos el derecho de sentir indignación por las injusticias, por la sincera intención de ayudar al prójimo a corregir la causas, estamos debilitando el espejismo de separatividad, estamos debilitando el fuego destructor que anima a los que están respondiendo a las formas mas densas de este espejismo de destruir y matar. ¿podemos hacerlo?, también se llamó a esto poner la otra mejilla, ¿podemos comprender el poder transmutador y transformador, que hay detrás de estas palabras?.
Empecemos por romper la inercia del dolor, e investigar, investigar a donde nos llevaba esa inercia, que reacciones pretendía de nosotros, que estamos alimentando, y que mundo de rectas relaciones no hemos empezado todavía a alimentar.
No creo que hable de la conciencia grupal, mas bien de la conciencia individual y del espiritismo.
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